Solía pensar que la fuerza para lidiar con el dolor residía en la capacidad para contener mis sentimientos lo más que pudiera. A pesar de lograr diseñar estrategias que parecían bastante efectivas para otras personas, por alguna razón en mí no se sentían cómodas; y en cambio terminaba sintiéndome atrapado en algo que yo mismo “había elegido...”

Mi vida había sido siempre una constante lucha entre decir mi verdad "sin filtros" o callarme y priorizar la armonía en una búsqueda por conseguir aceptación.

La resiliencia es la capacidad de enfrentar los obstáculos --inevitables, por cierto-- de la vida. Con enfrentar me refiero no solo a reaccionar, sino a elegir la manera en que respondemos a esos estímulos difíciles, con conciencia y en integridad con nuestros valores (para que no nos pase el legítimo exploté, me arrepentí y aquí estoy dándome duro con los auto-juicios).

¡¡¡Ya no estoy dispuesta!!! A que me hablen así, y que me digan cómo se debe, y que me expliquen que estoy equivocada, y que me griten que me calle, y que me enseñen lo correcto, y cómo es prohibido que me comporte, y por qué de ninguna manera se puede hablar así, y que intenten, cambiarme, todo el tiempo, y que se esfuercen en domarme, una y otra vez, y que me encarcelen, en sus prisiones, y todo esto en nombre del amor.

Hice las paces con mi cabello. Sí, porque desde siempre deseé el de alguien más que al mío. Nunca me gustó, así como otras partes físicas de mi cuerpo, pero esa en especial fue una lucha constante, nunca satisfecha por cómo era.

En un mundo donde se nos obliga ser felices, es un lujo permitir sentirnos tristes. La idea, desde luego, no es regodearse en la tristeza o hundirnos en un soliloquio de autoconmiseración, sino simplemente reconocernos ahí y prestar atención al mensaje oculto detrás de la emoción, en vez de resistirnos y huir. La no-resistencia es usualmente el ingrediente alquímico de toda ecuación.

Costa Rica es un puñado de gente diversa, lo ha sido siempre. Vivimos en tiempos donde nos estamos permitiendo visibilizar más esa diversidad, para algunos entenderla, lo que implica y lo que genera verla.

Me levanta una corriente eléctrica.

Abre el cuerpo exponiendo el pecho y sus ramas

abrazando el momento presente,

con la inextinguible alegría y agradecimiento

de quien te contemple.

Vivimos en una prisa constante alrededor del concepto inexistente del tiempo, queriendo aprovechar cada minuto para hacer cosas "productivas" y si nos vemos "teniendo que" esperar por algo, entonces nos estresamos y decimos que estamos desperdiciando el tiempo, o peor que “nos están haciendo desperdiciar el tiempo”, ¡que es tan valioso para todo lo que tenemos que hacer! Pero, ¿pensamos en tiempo para estar con nosotros mismos? ¿Para simplemente sentir y ser?

De ser capaz de ver la belleza en la vida de los demás, sin desear que sea la nuestra.