Autocuido y resiliencia

La resiliencia es la capacidad de enfrentar los obstáculos --inevitables, por cierto-- de la vida. Con enfrentar me refiero no solo a reaccionar, sino a elegir la manera en que respondemos a esos estímulos difíciles, con conciencia y en integridad con nuestros valores (para que no nos pase el legítimo exploté, me arrepentí y aquí estoy dándome duro con los auto-juicios).

Yo invoco mi resiliencia en los momentos después de escuchar algo que me hiere o me cuesta digerir; o los momentos que se sienten como una"patada en el estómago"; o en los días donde todo sale al revés y me pongo a cuestionarme si el universo me está haciendo una especie de broma cósmica (de la cual yo no me estoy riendo...).

Conforme afronto esos momentos con más conciencia, me cae la realidad irrefutable de que mi mayor fuente de resiliencia es algo que predico mucho y practico poco: practicar auto-cuido, el regalarme espacios que me nutren por dentro, haciéndome más resiliente en el proceso.

El autocuido se ve diferente para cada persona. Comer rico y sano, dormir bien, una caminada conectada con la naturaleza, respirar y meditar en las mañanas, leer, inspirarme por algo... esas son algunas de las mías. Y la más importante: disfrutar. Hacer lo que sea que me genere disfrute. El disfrute es el impuslo que me permite soltar(me), y florecer. Priorizarme, por sobre el trabajo y las infinitas responsabilidades, es un acto de amor.

¿Cuáles son tus estrategias de auto-cuido?
¿Cómo te asegurás de darles prioridad?

Por Christine Raine

 
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