El poder de detenerse.

El detenerse a veces implica que los dolores, inseguridades, ansiedades, o miedos salgan a flote, por lo que naturalmente llenamos cada espacio que tenemos para evitar ese encuentro.

El peligro de no poder estar quietos y de brincar de esto a lo otro sin espacio, es que no enfrentamos nuestro sufrimiento, y por lo tanto cerramos la posibilidad de entenderlo, abrazarlo y transformarlo.

A veces creemos que el próximo viaje, la fama, o una pareja nos salvará (entre muchas otras cosas) pero para mí, nuestra salvación reside en nuestra capacidad de aquietarnos, traernos al momento presente, respirar en paz, observar y reintegrarnos con la Vida que acontece YA.

No hay cambio sin reconocimiento, pero no hay reconocimiento sin pausa.
(Compartiendo cosas que estoy trabajando y que tal vez a alguien le sirva)

 

Por Eduardo Elizalde

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