Tres cosas que experimento desde que practico Auto-conexión2
De las prácticas espirituales que he integrado a mi vida a lo largo de los años -que por cierto no han sido pocas dado los muy variados rumbos por los que me ha llevado mi curiosidad desde pequeña- la auto-conexión ha sido la que más cambios tangibles ha generado en mi vida.
La auto-conexión, también conocida como auto-empatía dentro de la conciencia de Comunicación No Violenta (CNV), consiste en identificar nuestros sentimientos, y las necesidades satisfechas o insatisfechas que esas emociones nos señalan. Es una práctica tremendamente sencilla, y a la vez profunda porque nos permite tener claridad, entender nuestras motivaciones, y regresar a nuestro centro en momentos abrumadores o de desconexión. La auto-empatía es recibirnos a nosotros mismos como nos gustaría que nos recibiera el mundo, con compasión.
Hay mucho que podría decir sobre esta práctica, pero me voy a enfocar en tres resultados que he notado, y que comparto como una invitación para l@s que quieren experimentar más conexión consigo mismos.
1. Auto-conocimiento y el actuar con integridad
A menudo vamos por la vida sintiendo cosas que no terminamos de entender, inmersos en una nebulosa de incertidumbre. La auto-conexión nos invita a desarrollar nuestro vocabulario emocional para ser precisos en identificar lo que estamos sintiendo y necesitando. Es muy diferente decir “me siento mal”, a entender que “me siento dolida porque mis necesidades de amor y compañía no están satisfechas”. En vez de decir “estoy súper bien en el brete”, puedo reconocer el sentirme motivada, porque mis necesidades de sentido de logro y reconocimiento están satisfechas.
Ampliar nuestro vocabulario emocional nos ayuda a tener claridad sobre lo que está vivo en nosotros, momento a momento. Esa claridad nos ayuda a tomar mejores decisiones y a comunicarnos mejor con los demás. Al entender el porqué; tenemos un punto de partida. Es valioso notar cómo con solo identificar lo que siento y la necesidad detrás, me aliviano. Esa sensación de auto-conocimiento es tan satisfactoria que a menudo, no tengo que hacer nada más, se siente como suficiente. Y si decido actuar lo hago en integridad conmigo misma, acorde a lo que es más importante para mí. La consecuencia ha sido llevar luz y claridad a mi mundo interno y, poco a poco, empezar a cultivar relaciones libres de culpa y resentimiento.
2. Reconocer nuestra humanidad compartida
Entre más desarrollo esta práctica conmigo misma, más fácil se me hace tratar de imaginar qué están viviendo los demás cuando están en modo reactivo, o diciendo o haciendo algo que me molesta. ¿Qué necesidad puede estar teniendo esta persona en este momento para actuar así? ¿Cómo se estará sintiendo?
Suena sencillo, pero son preguntas revolucionarias ya que me ayudan a conectar con nuestra humanidad compartida. Y desde ese lente, todo se siente más manejable. En situaciones de conflicto, cuando entendemos que ambos simplemente estamos tratando de satisfacer necesidades, hay una apertura genuina al diálogo.
Otra consecuencia natural es que cada vez me es menos necesario etiquetar las cosas o las personas, como buenas o malas. El resultado: mejor calidad de vida. Cuando miramos el mundo a través del lente de las necesidades, observamos mucho más, y etiquetamos mucho menos.
3. Estoy más presente ante el mundo
Al no tomarme las cosas tan personal (entiendo que todos estamos tratando de satisfacer necesidades) puedo estar más presente y disponible ante el mundo, en vez de ocupada mentalmente generándome historias llenas de juicios que me causan confusión o incluso dolor. Noto que situaciones que antes me hubieran sacado de mi centro ya no me generan tanta discordia interna.
Es una transición sutil de pasar menos tiempo ensimismada, a más tiempo en el momento presente. Como dice mi mentora Miki, cuando estamos a la defensiva o reactivos, estamos menos en el ahora. Y esto no es pequeña cosa pues tod@s estamos aquí para contribuir algo a la humanidad, tod@s tenemos un don y un regalo único que el mundo está esperando. Entre menos tiempo pasemos recuperándonos de proyecciones de otros que percibimos de manera hiriente, más energía tenemos para estar presentes con ese regalo.
Así como yo, tod@s están lidiando con sus luchas internas, las cuales muchas, desconozco.
Tener una relación sana y conectada conmigo misma para poder construir relaciones armoniosas con los demás -y facilitarle este proceso a otr@s- ha sido mi manera de encontrar felicidad y contribuir.
¿Cuál es la tuya?
Por Christine Raine