5 salvatandas del 2019
Quisiera cerrar diciembre diciendo que este fue el mejor año de mi vida. Pero la verdad no sabría si llamarlo el mejor, o el más retador. Probablemente sea las dos.
Viendo para atrás, me parece casi irreal las cosas que pasaron. A principios de año cumplí el sueño de enseñarle “mi amada India” a mi comunidad. Me casé con mi cómplice y mejor amigo en una celebración que no solo juntó a nuestras relaciones más significativas del mundo, sino que las convirtió en una tribu internacional. Sebas (mi esposo) y yo consolidamos nuestro proyecto conjunto de viajes con propósito. Empezamos a escribir un libro en un castillo, subimos las Dolomitas italianas, viajamos a la costa salvaje de Gales dos veces, y honramos a nuestros ancestros en el Día de los Muertos en México con un grupo de amigos soñado. ConversABLE graduó a la quinta generación de activistas de empatía, e impactó con CNV a más de mil personas solo este año, la mayoría sin yo estar presente, materializando el sueño de un movimiento de empatía que va más allá de la cabeza que la soñó.
Definitivamente, hay demasiado que celebrar. Lo más loco y contrastante, sin embargo, fue vivirlo mientras navegaba el reto de salud más grande de mi vida. Miedo y una montaña rusa de emociones han sidos constantes. Momentos extraordinarios, marcados antes o después, por citas con doctores o intervenciones médicas. Opiniones “expertas” sobre lo que tengo que hacer, a menudo diametralmente opuestas.
Me vi mediando voces internas y tomando decisiones difíciles con una ecuanimidad que me sorprendió a mí, y a los que estaban a mi alrededor. Y tuve la oportunidad de encarnar muchos de los principios de la CNV mientras hacía de mi vida una verdadera danza entre el duelo y la celebración. Chris Danzante. Mi inconsciente ya lo había soñado.
La belleza fue que en este proceso, me conocí mejor (algo que si me conocen, saben que considero esencial). Y experimenté ser mi guía más poderosa, la autoconexión como mi estrella del norte. Viendo para atrás, puedo identificar cosas que no sólo me mantuvieron cuerda, sino que me permitieron navegar aguas turbias para convertirlas en oportunidades exponenciales de crecimiento y expansión. Reconociendo en mi camino lo universal de la experiencia humana, les comparto algunas estrategias que espero encuentren útiles para cualquier momento de prueba.
1. Acudí a mi comunidad: mi comunidad este año me salvó. Punto. Sebas y mis amigos cercanos me recordaron lo que más importa, cuando me sentía perdida. Las personas con quienes vivo pasaron de ser amigas, a ser cómplices. El equipo de ConversABLE mantuvo el bote a flote y floreció sin mi. Mi familia me permitió vivir mi proceso a mi manera. Y un grupo de mujeres, las autodenominadas Vaginas Poderosas, unidas con el propósito de apoyarme en mi proceso de sanación, se convirtieron en mi red de apoyo más importante. Lideraron rituales, se aseguraron que estuviera conectada con el disfrute, y fueron mi mayor fuente de compañía e inspiración. Tengo 10 años de estar construyendo comunidades, y este año me tocó recostarme en ellas, y maravillarme en ver cómo en ese tiempo, mi inconsciente construyó lo que un día más iba a necesitar. Fui vulnerable, y todos aprendimos en el proceso. Lo que me llevo: identifiquemos las comunidades que nos sostienen, y hagamos de nutrirlas nuestra prioridad.
2. Aprender a recibir: este año me confirmé que “el dar” es mi modus operandi. Claro, es nuestra manera inconsciente de buscar aceptación, de sentirnos útiles y merecedoras. Entonces, una de las cosas más radicales que hice este año fue realmente abrirme a “recibir“, y hacer peticiones muy específicas sobre lo que necesito (o no necesito). Nada de quedarme esperando que la gente adivine y me dé lo que quiero, algo que casi siempre termina en desilusión. Peticiones claras para arriba y para abajo. He venido escuchando de Miki Kashtan hace años la importancia de separar el dar de recibir, como una manera de alejarnos de las ideas de escasez y separación, que nos heredó el patriarcado. Esa voz que siempre nos susurra al oído que no hay suficiente para todos. Cuando me abro a recibir plenamente sin correr a ofrecer algo a cambio; me convierto en parte del flujo de la vida que es sabia por naturaleza y corre hacia donde están vivas las necesidades.
3. Redescubrir el poder de los rituales: una persona muy sabia me dijo que los rituales son por definición, exorcismos del miedo. Inicialmente eso me sonó muy fuerte, pero entre más lo pienso, más me doy cuenta que todos los rituales que hice este año (incontables), encarnaron la transformación del miedo al amor. Un antes y un después gracias a una transmutación, una alquimia. Lo que me encanta de los rituales es que pueden ser personalizados. En mi caso fueron círculos de mujeres invocando su sabiduría individual y colectiva; una caminata a un pico nevado en homenaje a mis ancestros; y construir altares con propósito.
4. Poner límites y decir no: si mi versión de hoy le hubiera dicho a mi versión de hace 5 años, las cosas (y las personas) a las que les iba decir que no, no le hubiera creído. En momentos de prueba, me atrevo a decir extremos, recordar que yo soy el centro de mi universo; me ayuda tomar decisiones auto-conectadas para mi sanidad y bienestar, con una valentía inesperada. Gracias a la CNV puedo expresar límites amorosamente, visibilizando las necesidades que estoy protegiendo y reconociendo lo que a menudo es una buena intención de parte de la otra persona.
5. Darle propósito a mis dificultades: una de las cosas que he practicado más activamente es el darle un propósito a todo lo que me pasa. En mi cabeza, se ve algo así: “Claro, esto me está pasando para reconectar conmigo misma.” O “me va ayudar a ver y entender cosas que no estoy viendo”, o “esta es una oportunidad para invocar la energía de rendición y confianza absoluta.” Y mi favorita: “superar esto me va permitir ser una fuente de contribución a la vida de otras personas.” Yo sé, puede sonar un poco grandioso o auto-importante pero puta, superar grandes obstáculos requiere de encarnar nuestras facetas heroicas. Sea cual sea la situación, la historia que me cuento y el significado que le adhiero es lo que convierte una simple tribulación en un viaje épico de descubrimiento.
Giremos el lente hacia vos:
NUTRIR COMUNIDAD
Si te resuena la importancia de sentir pertenencia y poder apoyarte en otros, podés intencionar nutrir comunidad reflexionando:
¿Cuáles son las comunidades más importantes en tu vida? ¿Son tu familia; tus amigos; un grupo del cual formás parte? ¿Les has expresado lo importantes que son para vos?
¿De qué manera te ves nutriendo tu vínculo con estas personas en el 2020?
Si no sentís parte de ninguna comunidad, ¿qué podés intencionar este año que viene para encontrarla?
RITUALES
Aprovechar estos días de desconexión para generar espacios de reflexión puede ser súper poderoso. Algunas preguntas guía que podés usar:
¿Cuáles fueron las necesidades que más satisfise este año y de qué manera?
¿Cuáles son las necesidades que menos estuvieron satisfechas?
¿Cuáles necesidades quiero intencionar para el 2020?
Compartir estas reflexiones con personas de confianza, unas velitas, o un cuaderno para apuntar, son maneras de meterle un “feeling” más ritualesco.
RESIGNIFICAR
Querés darle vuelta a alguna narrativa que notás te genera tristeza, frustración, o que simplemente te tiene estancado(a).
¿De qué manera podés re-significar esa historia para más bien empoderarte a través de ella?
Ejemplo: No es justo que esto me haya pasado a mí.
Re-significo: Tengo todas las herramientas necesarias para hacerle frente a esta situación.
Poder probar con diferentes posibilidades hasta dar con algo que se siente verdadero y que satisface tu necesidad de poder en tu mundo.
Quiero despedirme agradeciendo a las personas que se acercaron a ConversABLE este año. Gracias por confiar en nosotros y permitirnos hacer lo que amamos.
Por Christine Raine