Priorizar el corazón

En estos días completé una formación en comunicación no violenta de Conversable, un programa que inicié para abordar de una forma más eficiente la comunicación y las relaciones laborales en mi empresa, con la sorpresa de que la expectativa no solo se cumplió, si no que además me permitió acceder a un espacio de auto conocimiento y sanidad interior que ni sospechaba que necesitaba con tanta urgencia.

La CNV, más que una herramienta, es una forma poderosa de ser y estar en el mundo. Muchísimos conceptos cotidianos que hemos subestimado como la empatía, la vulnerabilidad, la autenticidad y la responsabilidad se re-significan desde la experiencia humana y se hacen tangibles al pasarlos por el corazón.

Todo esto ha cobrado tanto sentido en mi experiencia porque hace pocos meses experimenté la depresión, sentí lo que se siente caer en seco, viendo como se desmoronan los sueños, y sin tener ganas de detener la caída, mientras me contaba la historia de ser débil y propensa a las enfermedades mentales porque no había podido soltar con empatía, el dolor y la culpa de la muerte de mi papá. De repente me encontré llorando, sintiendo las lágrimas no en los ojos, si no en el corazón, sin poder contener nada, sin filtros, sin máscaras.
Este proceso de auto-conexión y auto-compasión me llevó a entender la raíz de mis miedos, a abrazar mi vulnerabilidad, y sobre todo, a sanar.

Descubrí que es posible volver la mirada hacia mi interior, hacer una pausa, identificar lo que está vivo ahí dentro, permitirme sentir, entender, aceptar; y tomar decisiones a partir de esa toma de consciencia de mis necesidades y los sentimientos que me producen que estén satisfechas o no; abrazándome con compasión.

¡Qué palabra tan grande la compasión! Qué intenso, liberador y sanador es llorar de auto-empatía, de saberse humana y sentir la belleza y el alcance de esa humanidad. Las personas nacimos para conectar -con nosotros mismos y con los demás- y estamos en esa búsqueda hasta que experimentamos el regalo de encontrarnos.

Además nuestra naturaleza es compasiva, bondadosa y sensible al amor, y cuando nos encontramos con otros seres humanos podemos sentir y ser contagiados de esa experiencia expansiva y comunitaria de paz y empatía.

En un mundo lleno de violencia, como expresión de necesidades profundas insatisfechas, y emociones revueltas, donde no hay permiso de sentir; priorizar y cuidar el corazón se hace una necesidad impostergable.

PD: Hace 6 años te fuiste pa, pero tu recuerdo está presente en mi corazón. Agradezco haber podido crecer a tu lado.

Por Yaliam González

 
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